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La exposición temprana al mandarín tiene ventajas para nuestros pequeños.

El sistema de sonidos chinos es muy diferente al de los idiomas europeos por lo que si el niño desde pequeño empieza a escucharlo tiene más posibilidades más tarde de poder aprenderlo con más facilidad.

Por otro lado, estar acostumbrado a compartir su tiempo desde el nacimiento con una persona nativa china hará que nunca rechace el aprendizaje del idioma. Si nuestros hijos lo pasan bien en sus clases de mandarín, la semilla está plantada y se espera que más adelante el niño escoja estudiarlo y decida por ejemplo estudiar su carrera o master en China.

En conclusión, les estamos dando la posibilidad de acercarse a un idioma y una cultura que de adulto sería muy difícil de comprender por tratarse de un sistema tan distinto.

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